A
quema ropa y sin chalecos antibalas se dispararon acusaciones Iván Cepeda y Álvaro
Uribe en el debate sobre los nexos con los paramilitares del líder del
Centro Democrático. Una bomba de insultos se lanzaron los demás congresistas
cuidando la retaguardia de cada uno de los allí presentes.
Así como lo dijo el senador del Centro Democrático, Alfredo Rangel, en su moción de orden pedida mientras hablaba la senadora Claudia Lopez del Partido Verde, exigió respeto tal cual como lo dice la constitución mientras se refiera a personas. De tal calibre fueron los disparos al aire que hasta las ratas de alcantarillas fueron nombradas.
Los
insultos, injurias y calumnias fueron al por mayor como si estuvieran de promoción
por la época.
El
cuestionado expresidente Uribe fue tildado de pertenecer a una junta directiva a la cual perteneció un señor que fue el responsable del asesinato del
director en ese momento de El Espectador. También de otras denuncias ya hechas
como la amistad con Salvatore Mancuso, habilitación de aeropuertos clandestinos
mientras fue director de la Aeronáutica Civil. Claramente estos señalamientos
fueron negados y en otros ni un murmuro fue escuchado.
Llegó el momento del más protegido en el país y su discurso a modo presidencial tomó más de una hora en pleno capitolio. Respondió, atacó y puso en jaque a más de uno que no tenía nada que ver. El 10 del polo, que patea con una izquierda magistral, tuvo que escuchar como su nombre apareció en los computadores de Raúl Reyes, la cantidad de visitas a cárceles en nombres de organizaciones de Derechos Humanos; es decir, se quitó la camiseta amarilla para ponerse el peto de entrenamiento al visitar reclusos y pedir liberaciones de guerrilleros extraditados.
Y
como de costumbre en ese aposento criaderos de ladrones (ratas) como lo cree el 90% de la población colombiana, nadie puso la cara para aceptar las
denuncias puestas por los otros. Si la justicia del país cojea y de paso no
llega, los acusados no aceptan las pruebas por las cuales son mencionados de
pertenecer o estar involucrados con actos delictivos ¿cuándo sabremos la
verdad? Lo único que falta es nos manden a preguntarle a la mamá de Vicky.
Ahora,
los padres de la patria no dan ejemplo en su manera de tratarse entre ellos, cómo
pueden exigir que los tratemos bien. El país sigue sin reforma a la salud, sin
reforma a la educación, sin reforma laboral; ellos gastándose los impuestos que
pagamos, con la seguridad que queremos tener los ciudadanos del común, con el
sueldo que cada colombiano desearía ver en sus cuentas de ahorro y ni por esas
ponen la cara y responden a lo acusado. Esos son los honorables y respetados padres de la patria.
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